La tendencia de la venta de césped artificial destinados a usarse en canchas deportivas sigue en crecimiento; pese a las posturas tradicionalistas de algunos críticos, también es cada vez mayor el número de jugadores que se inclinan por preferirlo por encima de su contraparte, la hierba natural.

No se trata de tener algo en contra del medio ambiente, simplemente es una decisión motivada por la diversidad de ventajas que este ofrece a los administradores de los estadios y a los deportistas, entre las que se encuentran:

• Es económico: la principal ventaja, sin duda, tiene que ver con el coste derivado de este, puesto que la hierba requiere ser podada, regada y trasportada, lo que no ocurre en el caso de la alternativa artificial.

De hecho, esta dificultad, es lo que motivó a que se construyeran canchas de tenis de otros materiales, dando lugar a la arcilla y combinaciones del pavimento con otros productos, quedando Wimbledon como el único torneo que mantiene las canchas tradicionales.

• Ofrece uniformidad: es fundamental que la hierba del campo posea la altura idónea y esta se mantenga a lo largo y ancho de la superficie, puesto que de ello dependerá la respuesta del balón o pelota ante el contacto con el piso, la velocidad con la que el jugador pueda desplazarse, así como la posibilidad de darle un efecto favorable a la bola durante el partido.

Y en vista del esfuerzo que requiere un césped natural para poder mantener tal aspecto durante temporadas enteras, no cabe duda que, el artificial, es la mejor alternativa porque no se desnivela y garantiza mayor durabilidad.

• Es una solución ecológica: lo sintético jamás será mejor para el ambiente que lo natural; por ello, los fabricantes de césped artificial, quienes no solo se ocupan de que tenga un aspecto cada vez más genuino, sino también de minimizar su impacto; en este sentido, además del ahorro de agua que supone, tampoco necesita ser tratado con pesticidas ni emite CO₂.

Otra ventaja que ofrece esta opción frente a otros materiales, es que conserva la propiedad sensible de la grama, reduciendo al máximo las consecuencias físicas que las caídas tienen en los jugadores, lo que convierte al césped artificial en ideal para practicar sobre él la mayoría de los deportes.